¡Bienvenidos al blog!

Este espacio ha sido creado con el objetivo de intercambiar información, opiniones, preguntas y respuestas sobre temas de interés general, en especial, desde un enfoque jurídico.
Esperamos satisfacer sus inquietudes.
Cordialmente.

Liliana Aída Beatriz Urrutia.
Contacto: urrutiaabogada@gmail.com



sábado, 26 de junio de 2010

Violencia mediática

Algunas consideraciones sobre la producción fotográfica realizada por la Revista Caras en su edición nº 1483 del 8/6/2010.

La mayor peligrosidad de la producción fotográfica realizada por la Revista Caras es el mensaje claro a través de la imagen de una mujer que expone una relación conflictiva con su pareja, y se muestra como una mujer golpeada en poses corporales y expresiones faciales de placer, fusionando las ideas de violencia y amor, maltrato y pasión, generando mayor confusión en aquellas personas víctimas de este tipo de violencia, y en la sociedad toda.
En la violencia conyugal cíclica donde el dominio está en primer término, la alternancia de fases de agresión y de calma momentánea o, incluso, de reconciliación crea un sistema de castigos-recompensas. Cada vez que el hombre violento ha llegado demasiado lejos y la mujer podría sentir tentaciones de marcharse, “se engancha” con un poco de amabilidad o atención. Suscitando confusión entre amor y sexualidad, el hombre busca una reconciliación entre las sábanas.[1]
Adviértase que precisamente la producción fotográfica de la Revista Caras coadyuva a generar esa confusión en la cual puede estar inmersa una mujer víctima de violencia, o cualquier otra mujer, haya sido o no víctima de violencia, ya que siempre es una potencial víctima.
Esta confusión se produce por la secuencia de fotos, que muestran a una mujer sensual que traduce en su rostro el supuesto placer de estar en ese lugar. Y ese lugar es el de la violencia.
El mismo titular de la nota se refiere claramente a la violencia familiar. Léase: “Separada del … asegura que se cansó de tener miedo. Habla de su nueva vida lejos de los maltratos.” Habla de maltratos, muestra imágenes de una persona víctima de violencia, y luego, los responsables de esa producción manifiestan que sólo "... se basó en expresar el desamor a través de las imágenes de una mujer con el corazón herido".
Además, adviértase que una de las fotos se destaca por las manchas de sangre chorreando en sus brazos y muñecas, mostrando una mujer que pudo ser lastimada por su agresor, o peor aún, una mujer que ha intentando suicidarse.
El homicidio y el suicidio son el último eslabón de una serie de violencias, si no se sale de ella a tiempo.
Todos hemos sido, alguna vez, testigos de situaciones de violencia, ya sea en la pareja, en la familia, en la empresa o en la vida política y social. Sin embargo, parece como si nuestra sociedad no percibiera esa forma de violencia indirecta. Con el pretexto de la tolerancia nos volvemos indulgentes.[2]
Somos testigos indefensos de lo que los medios nos muestran, nos venden, generando imágenes como las aquí cuestionadas, fomentando aún más la violencia de género, ya que la mujer que ve eso puede creer que es normal, que está bien, (no olvidemos que aquella persona que está viviendo una situación de violencia o es vulnerable a una situación de violencia, puede no alcanzar a distinguir su peligrosidad), y el hombre que ve estas imágenes cree que son las reglas del juego, de última, como expresan algunos, si ella se deja golpear es porque le gusta. Atrocidades éstas que muy a menudo escuchamos con indignación e impotencia.
Estamos en presencia de un claro caso de violencia mediática cometida por un medio masivo de comunicación, en los términos y con el alcance que le da el amparo constitucional de protección a la dignidad humana, al derecho a la vida, a la no discriminación, a la igualdad, a vivir una vida libre de violencia, entre otros, y la ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Es violencia mediática contra las mujeres toda publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, o injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres ..., legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres. (art. 6º, inc. f).
La ley 26.485 persigue entre sus fines cambiar los estereotipos culturales que mantienen la desigualdad de género y la violencia hacia la mujer. Es por ello, que una de las herramientas más eficaces de ese cambio, además de los planes educativos formales, es el rol que cumplen los medios masivos de comunicación en la sociedad.
En consecuencia, cuando un medio de comunicación no respete las normas legales ni el mandato social (como muestra el repudio social generalizado frente a las fotografías aludidas), deberá hacerse responsable por sus actos.
[1] Hirigoyen Marie France, Mujeres Maltratadas. Los mecanismos de la violencia en la pareja, Título original: Femmes sous emprise, Ed. Oh! Editions, París, 2.005. Trad. Gemma Andujar. Ed. Paidós, Bs. As., 2.006, pág. 85.
[2] Hirigoyen Marie-France, El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana, Título original: Le harcèlement moral. Ed. La Découverte et Syros, París, 1.998. Trad. Enric Folch González. Ed. Paidós, 1º ed. 13º reimp., Bs. As., 2.008, pág.11.
Liliana A.B. Urrutia

No hay comentarios:

Publicar un comentario